La Administración

Entro con revuelo en lo que creo, es la secretaría del colegio. Hay sentada una mujer rechoncha ordenando unas fichas, que al levantar la vista hacia la puerta, me sonríe. Le devuelvo la sonrisa, aunque poco convencisa.
-Pasa cielo. ¿En qué puedo ayudarte?
me siento en la silla gastada que hay delante del escritorio de la mujer. Me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja i procuro parecer elocuente con pocas palabras.
-Pues verá, he venido aquí a matricularme en el colegio.
La mujer asiente y se gira un poco para teclear nerviosamente en el ordenador, un poco viejo, que tiene al otro lado del escritorio en forma de L.
-Claro. ¿Nombre?
Suspiro.
-Leanna Führer.
-¿Con dos enes? ¿Con diéresis?
-Ajá.
La mujer sigue tecleando.
-sí... Führer, Leanna... ¡te estábamos esperando!
-¿En serio?
-Sí, tu padre nos llamó desde la capital y mencionó que llegarías hoy. Así que, bienvenida. Me tiende una carpeta de color verde chillón. La cojo dubitativa.
-Los planos del colegio, los horarios, los numeros de las clases, y los horarios de tutoria de todos tus profesores por si tienes cualquier problema. -me dirige una sonrisa cortés, y se gira a teclear un poco más.
Entiendo ese gesto. Me está echando, estará ocupada. Me levanto pesadamente de la silla, pero antes de marchar, echo una ojeada rápida a las fichas de los estudiantes que hay desparramadas sobre el escritorio.
suspiro decepcionada. Nadie interesante.

Ahora sí, me despido de la secretaria con un cortés "hasta pronto", y me voy a casa.

Llegué a la secretaría del colegio, abría la puerta y entré. La secretaria se dió la vuelta y se quedó mirandome unos instantes, sonreí al darme cuenta de que no me reconocía.
-Soy Alexia-dije amablemente acercandome al mostrador y sonriendo calidamente.
-¡Alexia!-se levantó y me apretó las mejillas.-Como has cambiado, mira que no reconocerte...-meneo ña cabeza y se volvió a sentar en la silla.-Es verdad... Tus padres me habían comentado que volvías...-se rascó el mentón y me examinó de arriba a abajo.
-He llegado ayer-puntualicé con una sonrisa.
-¿Qué tal está tú tía pequeña?-estaba imprimiendo lo que parecían mis horarios
-Ya está casi bien-cogí los papeles que me tendía y los guardé en el bolso.-Muchas gracias.
-Nada, nada-respondió sacudiendo la mano-me alegro que regresaras, dale recuerdos a tus padres.
-Vale-me di la vuelta y salí de allí.